España y Marruecos se enfrentaron en las semifinales de los Juegos Olímpicos París 2024, un encuentro que trascendió lo deportivo debido a la profunda rivalidad histórica que existe entre ambos países. Esta rivalidad, arraigada en siglos de conflictos políticos y culturales, se ha proyectado en el fútbol, creando un ambiente de tensión y pasión cada vez que se enfrentan.

La historia de la rivalidad se remonta a principios del siglo VII, cuando los musulmanes invadieron la Península Ibérica y se establecieron en el territorio que hoy ocupa España. Durante siglos, la Reconquista española buscó recuperar estas tierras, finalmente culminando en 1492. Este largo periodo de conflictos dejó una huella profunda en la relación entre ambos países, marcada por la lucha por el territorio y la identidad.

En 1912, España y Francia invadieron Marruecos, lo que provocó un resentimiento profundo en la población marroquí. Tras la independencia de Marruecos en 1956, las tensiones continuaron por la disputa de territorios como Ceuta y Melilla, ciudades españolas en territorio marroquí. La proximidad geográfica, con el estrecho de Gibraltar separando ambos países, también ha contribuido a la movilidad de la población, generando una gran comunidad marroquí en España.

El fútbol se ha convertido en un escenario donde se refleja esta rivalidad. La presencia de numerosos futbolistas de origen marroquí en la selección española, como Achraf Hakimi, Lamine Yamal y Brahim Díaz, ha generado un debate sobre la identidad y la lealtad. Cada encuentro entre ambos países se convierte en una oportunidad para expresar la tensión histórica, con la pasión de los jugadores y la hinchada intensificando el ambiente.

En el Mundial de Qatar 2022, el encuentro entre España y Marruecos en octavos de final se convirtió en un punto álgido de esta rivalidad. El triunfo de Marruecos en la tanda de penales fue una victoria histórica para el equipo africano, que se impuso ante la favorita España. La presencia de Achraf Hakimi, quien marcó el penal decisivo, fue especialmente significativa para Marruecos, un símbolo de la lucha por la identidad y el orgullo nacional.

El partido de las semifinales olímpicas de París 2024, con España derrotando a Marruecos, fue otro capítulo en esta apasionante rivalidad. El encuentro reflejó la historia, la cultura y las tensiones entre ambos países, mostrando cómo el fútbol puede ser un reflejo de la realidad social y política.