En septiembre de 1986, una organización benéfica de Cleveland, Estados Unidos, organizó una increíble suelta de globos con el objetivo de destronar a Anaheim como la capital de la diversión en Estados Unidos, arrebatándole el título a Disneyland. Sin embargo, lo que parecía una idea divertida y emocionante, se convirtió en una catástrofe sin precedentes. La suelta de globos generó un caos total en las calles de Cleveland, provocando el colapso del tránsito y grandes dificultades para los conductores. Las vías quedaron bloqueadas por los globos, lo que generó un desorden sin igual en la ciudad. Además, el aeropuerto también resultó afectado, ya que los globos interfirieron en su funcionamiento, causando demoras y cancelaciones de vuelos. Pero el verdadero desastre ocurrió en el lago Erie, adyacente a la ciudad. Dos pescadores se encontraban en el agua cuando los globos cayeron al lago. Los hombres intentaron nadar hacia la orilla, pero lamentablemente se ahogaron debido a la cantidad de globos que obstaculizaban su camino. Los equipos de rescate no pudieron llegar a tiempo y la tragedia quedó marcada para siempre en la historia de Cleveland. Esta suelta de globos, que pretendía ser una expresión de alegría y diversión, terminó siendo un evento trágico y desastroso. Las autoridades locales tomaron medidas para evitar que sucesos similares volvieran a ocurrir y se implementaron regulaciones más estrictas. A partir de ese momento, la suelta de globos se convirtió en una práctica mucho más controlada y se tomaron precauciones para garantizar la seguridad de las personas y el medio ambiente. Un acto benéfico que intentó destronar a Disneyland de Anaheim terminó en una tragedia que marcó a Cleveland para siempre. Esta historia nos recuerda que, aunque algunas ideas puedan parecer emocionantes, es importante evaluar las consecuencias y tomar las medidas necesarias para evitar accidentes y tragedias innecesarias.