Exploramos la preocupante falta de atención a la salud mental en la política, analizando las consecuencias de la negligencia psicológica en líderes y el impacto en la sociedad. Se incluyen ejemplos históricos y la reflexión sobre la necesidad de evaluaciones psicológicas en la selección de gobernantes.
La figura del Papa Francisco, en una entrevista póstuma con Nelson Castro, ofrece un punto de partida crucial para discutir la salud mental en el ámbito político. Su testimonio sobre la búsqueda de ayuda psicológica durante un periodo de su vida, contrastado con la resistencia generalizada de muchos políticos a considerar la salud mental como un factor relevante en el liderazgo, ilumina una problemática fundamental.
Mientras el Papa abogaba por la importancia de la psicología, incluso en el sacerdocio, la mayoría de los políticos, influenciados por el narcisismo y el miedo a la introspección, tienden a ignorar o menospreciar la salud mental. Este rechazo se manifiesta en la aceptación de líderes con actitudes excéntricas, decisiones arbitrarias, desbordes emocionales y violencia verbal extrema, atribuyendo tales comportamientos simplemente a su "forma de ser". Esta actitud es peligrosa, y equivale a jugar a la ruleta rusa con el destino de una sociedad.
El caso de Arnold Hutschnecker, psiquiatra de Richard Nixon, refuerza la idea de que evaluaciones exhaustivas de salud mental deberían ser obligatorias para quienes aspiran a puestos de liderazgo. Su experiencia le llevó a concluir que la brillantez intelectual no garantiza la salud mental y moral necesaria para gobernar. Muchos problemas sociales podrían evitarse con una evaluación previa de la estabilidad emocional y psicológica de los candidatos.
Otto Granados, exsecretario de Educación en México, resalta que las complejidades de la personalidad, el cerebro y el carácter son determinantes en el liderazgo. Gobernar no es solo cuestión de títulos o experiencia, sino de una madurez emocional y estabilidad psicológica que permitan maximizar sus virtudes y neutralizar sus defectos. La negación de las "oscuridades de la mente", como las llama el artículo, puede tener consecuencias sociales trágicas, como lo ha demostrado la historia.
El periodismo crítico juega un papel crucial en la exposición de estas problemáticas. La crítica a líderes con inestabilidad mental es fundamental para una democracia saludable, aunque esto genere molestias en aquellos que buscan mantener el poder a través del control y la supresión de la información. La falta de transparencia y el encubrimiento de trastornos mentales en líderes políticos son un obstáculo para la rendición de cuentas y la construcción de sociedades más justas y equitativas.
En conclusión, la salud mental de los líderes políticos es un tema que requiere una profunda reflexión y acción. Es necesario superar el estigma asociado a la salud mental y promover la importancia de la evaluación psicológica en la selección de gobernantes. El bienestar de la sociedad depende en gran medida de la salud mental de quienes la dirigen.