El 13 de febrero de 1998, en el predio de la AFA en Ezeiza, se jugó un partido que pasaría a la historia, aunque la AFA intentara silenciarlo. La Selección Argentina de Daniel Passarella, preparándose para el Mundial de Francia, se enfrentó a El Porvenir, un equipo de la Primera B Metropolitana. Los medios informaron de una victoria albiceleste por 4-2. La verdad, sin embargo, es mucho más épica.
La realidad es que El Porvenir, liderado por el talentoso José Luis 'Garrafa' Sánchez, venció a la Selección Argentina por 3-1. Un resultado que eclipsa cualquier estadística: fue una exhibición de fútbol individual sin precedentes, protagonizada por un jugador que desafió todos los pronósticos.
Garrafa, con un gol y dos asistencias, dejó sin respuesta a la defensa albiceleste. Sus gambetas, su visión de juego y su desparpajo dejaron impactados a jugadores consagrados como Diego Simeone y Marcelo Gallardo, quienes, según relatos de la época, expresaron su asombro con frases como: “¿Quién carajo es este pelado?” y “¿Y este viejo?”, respectivamente. (Cabe destacar que Garrafa, si bien su calvicie lo hacía parecer mayor, solo tenía 23 años).
“Mientras José tuvo aire, el baile que le pegó a los jugadores de la Selección Argentina... Era increíble ver con la facilidad que gambeteaba al Cholo Simeone, al que se pusiera adelante; era realmente una cosa fuera de lo común”, recordó Ricardo Calabria, entrenador de El Porvenir, en el documental 'El Garrafa, Una Película de Fúlbo'. Sus compañeros de equipo corroboran la anécdota: “Era tirarle la pelota a él, era Garrafa contra todos”, declara Diego Monarriz.
La historia trasciende lo deportivo. Se trata de la valentía de un jugador que, sin importar la categoría, se atrevió a desafiar a los mejores, demostrando que el talento se impone sobre el nombre o la reputación. Es la historia de un jugador que, con su magia, se ganó un lugar en la leyenda del fútbol argentino, un lugar que ninguna estadística oficial puede borrar.
El encuentro con la Selección fue solo un capítulo en la brillante pero corta carrera de Garrafa Sánchez, quien lamentablemente falleció en un accidente en 2006 a la edad de 31 años. Su legado, sin embargo, continúa vivo, no solo en los recuerdos de quienes lo vieron jugar, sino también en esta inolvidable historia que se resiste a ser olvidada.
Este partido amistoso, silenciado por la AFA pero recordado con cariño por todos los que lo presenciaron, se convirtió en una leyenda, un testimonio del talento único y la osadía de un jugador que, por una tarde, bailó al ritmo de su propia magia, dejando en ridículo a la mismísima Selección Argentina.