Matías Lucuix, el nombre resonaba con fuerza en las canchas de futsal. Una leyenda del deporte argentino, su talento lo llevó a la cima, a ser considerado el mejor jugador de la historia de la Albiceleste. Sin embargo, el destino le tenía preparada una prueba difícil. Un desafortunado accidente en el Mundial de Tailandia 2012 lo dejó con una triple fractura, dos placas y veinte tornillos. Su carrera como jugador quedó truncada.
Pero Lucuix no se rindió. Su pasión por el futsal seguía intacta, y la encontró en un nuevo rol: el de entrenador. Con la misma garra y determinación que lo caracterizaban en la cancha, se preparó para guiar a la Selección Argentina hacia nuevos triunfos. En 2016, fue campeón del mundo como ayudante de Diego Giustozzi, y en 2021, estuvo a punto de repetir la hazaña, cayendo en la final ante Portugal.
Ahora, en el Mundial de Uzbekistán 2024, Lucuix está al frente de la Albiceleste, con la esperanza de llevarla a la cima una vez más. Asegurando que “no nos conformamos con lo que hicimos”, enfatiza su deseo de lograr una nueva final mundial.
La historia de Lucuix es una inspiración para todos. Es una muestra de que la pasión, la perseverancia y la resiliencia son capaces de superar cualquier obstáculo. Es una historia de revancha y de la búsqueda incansable por alcanzar las metas, aun en los momentos más difíciles.
Con un equipo que “siente la camiseta como ninguno”, Lucuix busca su revancha dorada. El jueves 3 de octubre, se enfrentará a Francia en las semifinales del Mundial, con la mira puesta en la final y en el sueño de levantar la copa del mundo una vez más.